En terapia, no es raro que algunas personas acudan buscando orientación sobre una decisión crucial como es la de separarse o continuar con su pareja: ¿debería quedarme en esta relación o es tiempo de separarme?
Esta encrucijada emocional es profundamente compleja, y en ocasiones, algunas personas esperan que la terapeuta les ofrezca una respuesta clara, casi como un permiso para seguir adelante con la decisión que han estado considerando. Sin embargo, la realidad de este proceso es mucho más profunda y requiere un enfoque distinto.
¿Por qué buscamos permiso en lugar de claridad?
Cuando una persona busca el "permiso" de una terapeuta para tomar una decisión, generalmente, está buscando que alguien externo y con "autoridad" tome las decisiones y asuma las consecuencias, o lo que es lo mismo, una validación externa para justificar un sentimiento interno. Esto puede ocurrir por varias razones:
Miedo a tomar la decisión equivocada: La idea de cometer un error irreversible puede ser aterradora. Siempre que elegimos, vamos a tener ganancias y pérdidas. Las personas pueden temer las consecuencias de su decisión, sobretodo, en cuanto a las pérdidas se refiere, tanto para sí mismas como para su pareja y entorno, y buscan en la terapeuta una especie de garantía de que están haciendo lo correcto.
Dudas y confusión interna: Muchas veces, el conflicto interno es tan grande que resulta difícil diferenciar entre lo que realmente se quiere y lo que una siente que debería querer. En lugar de confiar en su propio juicio, buscan que alguien con autoridad les diga qué hacer. Esa autoridad, obviamente, se la otorga una misma, pero para la persona es, probablemente, como cuando era niña y mamá o papá le decían siempre qué hacer porque sabían mejor que ella lo que le convenía.
Esta manera de actuar, hace que a la persona le cueste tomar decisiones sin tener que consultar lo que el mundo opina o le requiere, hacerse responsable y confar en si misma. Estamos así, a merced del otro continuamente, creando relaciones de dependencia y entregando al otro nuestra capacidad de decidir lo que queremos en nuestras vidas y con quién.
Responsabilidad compartida: Tomar decisiones importantes conlleva una gran responsabilidad. Al buscar la aprobación del terapeuta, algunas personas intentan compartir o incluso transferir parte de esa responsabilidad, lo que puede aliviar momentáneamente la ansiedad.
Inseguridad y baja autoestima: La falta de confianza en uno mismo puede llevar a depender de la opinión de los demás para tomar decisiones importantes. En estos casos, la terapeuta se convierte en una figura maternal cuyas palabras pueden influir fuertemente en la decisión final. Esto sólo haría que crear más inseguridad y dinamitar aun más el poder personal de cadauna.
Construir el poder de decidir
Es fundamental entender que cuando una persona se ha pasado la vida pidiendo permiso para hacer y para ser lo que le de la gana, el poder o superpoder de tomar decisiones se ha de ir construyendo durante el proceso y a lo largo del tiempo. Una vez más, ¡no hay recetas mágicas!
El trabajo de la terapeuta no es decirte qué decisión tomar y seguir perpetuando los hábitos que te han llevado a esta y otras encrucijadas. El objetivo es acompañarte a explorar tus sentimientos, valores, y necesidades, proporcionando un espacio seguro para reflexionar sobre lo que realmente te importa. La terapeuta facilita un proceso de autodescubrimiento, en el que puedas clarificar tus deseos y llegar a una decisión que resuene con tu verdadera identidad y circunstancias.
En la terapia, el proceso se centra en:
Explorar los sentimientos: ¿Qué emociones están guiando tu deseo de quedarte o irte? ¿Son sentimientos de amor, miedo, culpa, obligación, o algo más?
Evaluar los valores: ¿Qué aspectos de la relación son más importantes para ti? ¿Qué valores fundamentales están siendo respetados o violados en tu relación actual?
Identificar patrones: A través de la conversación, se pueden identificar patrones en la relación que podrían estar influyendo en tu decisión. Estos patrones pueden ser tanto saludables como destructivos, y reconocerlos es clave para tomar una decisión informada.
Considerar las consecuencias: Parte del proceso terapéutico incluye pensar en las posibles consecuencias de ambas decisiones, no solo a corto plazo, sino a largo plazo también.
Tomar una decisión tan importante como la de permanecer en una relación o separarse es un acto de valentía y autoconocimiento. En tu proceso terapéutico puedes encontrar esa claridad interna, para que la decisión que tomes sea realmente tuya, y no influenciada por la búsqueda de aprobación externa.
Al final del día, el verdadero permiso que necesitas no proviene del terapeuta, sino de ti mismo. Se trata de encontrar el valor para escuchar tu propia voz interior y confiar en que, con la orientación adecuada, puedes tomar la mejor decisión para ti. Es un proceso que, aunque puede ser doloroso y desafiante, también es una oportunidad para crecer y alinearte más estrechamente con tu auténtico ser.
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