Hiperactividad, un analgésico emocional

Mantenernos ocupadas en cincuenta actividades, acudir a un sin fin de compromisos, muchos de los cuales ni nos importan, o ayudar a otros hasta decir basta, puede ser una señal de que una persona está luchando con sus emociones durante un proceso de duelo. ¡Cuidado con el vacío de una vida muy ocupada!

Claro que tal vez, lo primero es darnos cuenta que estamos atravesando un duelo.

Cuando una persona experimenta una pérdida significativa, como la muerte de un ser querido, se va a vivir a otra ciudad o atraviesa una separación, la tristeza, el miedo, la culpa o la rabia pueden aparecer con una intensidad que a la persona que está en duelo, le resulte difícil asumir. Rápidamente, su sistema nervisoso se activa e intenta protegerla de una reacción que considera demasiado intensa y que la persona siente (consciente o inconscientemente) que no está preparada.

Mientras algunas personas, se quedarían en un rincón haciendo los mínimos, otras, se activan de tal forma que no les queda tiempo ni para respirar, y lo que es más significativo, no dejan demasiado tiempo ni para pensar en lo que les está pasando y mucho menos a sentirlo. 

Anabel se vino a vivir a Barcelona por motivos de trabajo. Mejores condiciones laborales, mejor sueldo y nuevas experiencias, la convencieron para dejar a sus amigos de toda la vida, a su familia y su hogar. El primer año fué todo novedad y asombro, pero a partir del segundo año llegó el bajón. Realmente, le estaba costando adaptarse a una nueva lengua, a otras costumbres, a no tener a sus amigas al salir del trabajo para tomar un café y distraerse o quedar a comer en casa de sus padres los domingos como tenía por costumbre. Poco a poco, el desánimo (lease tristeza) empezó a apoderarse de ella. En contrapartida, y para compensar esa sensación tan incómoda, se apuntó a clases de yoga, piano, decidió mejorar el francés, participó en un voluntariado y con el tiempo que le quedaba libre, se ofrecía al primer conocido que le pedía un favor. Pronto llegó el agotamiento, las noches de insomnio, los sintomas de ansiedad inesperados y la confusión mental. La agenda le estaba ganando el pulso.  

La hiperactividad, en este contexto, puede ser vista como una forma de evitar enfrentar el vacío y procesar las emociones dolorosas asociadas con la pérdida. Al mantenerse ocupada constantemente y llenar su vida con actividades frenéticas, la persona puede querer distraerse de su dolor interno para proveer alivio puntual a su malestar por no aceptar la realidad de la pérdida.

Cualquier cosa en su medida, puede ayudar, porque necesitamos distraernos, liberar esa energía o tener la atención de los demás. Pero cuando la cosa se nos escapa de las manos, es importante reconocer este patrón de comportamiento y recapacitar sobre si es el momento de parar para explorar, sentir y procesar lo que te pasa de manera más saludable.

¿Qué te puede ayudar?

Expresar los sentimientos: Compartir con alguien que te escuche con atención y sin juicio. 
Rutina: Mantener una rutina diaria puede dar una sensación de seguridad y estabilidad.
Actividad Física: Encuentra oportunidades para que gastes tu energía de manera positiva, como deportes o juegos al aire libre.
Tiempo Tranquilo: También es importante tener momentos tranquilos, para leer un libro, escuchar música o dibujar.
Apoyo Emocional: Que sepas que está bien sentirse triste. Déjate cuidar por aquella persona en la que confías cuando necesitas hablar o abrazar

A través de la terapia, se puede trabajar en identificar y abordar las emociones subyacentes que están siendo evitadas a través de la hiperactividad, permitiendo así un proceso de duelo más completo y sanador.

En resumen, la hiperactividad puede ser un síntoma de un mecanismo de evitación del duelo, y es fundamental abordar este comportamiento desde una perspectiva terapéutica para facilitar el proceso de duelo y promover la salud emocional y el bienestar de la persona afectada. ¡Recuerda que buscar ayuda profesional es un paso valiente y positivo hacia la sanación!

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